Aprendiendo de finanzas


Hace ya 4 meses que no recibo los intereses de un préstamo que hice. La crisis –dice él incumbente– es la culpable. En consecuencia siento los efectos de dicha crisis y me veo más vinculado a la economía «informal» que mueve la mayor parte del país, que mueve gente y ciudades. Los préstamos informales son parte de todo ese movimiento paralelo al sistema bancario regulado, y luego de diez años de experiencia (1998-2008) veo que todavía hay beneficio en el futuro –un beneficio relativo, claro está.

Mi «cartera de clientes» siempre ha necesitado dinero con cierta regularidad. Siempre prometen que van a pagar y debido a la cercanía, a pesar de ser riesgoso, he aceptado correr el riesgo. El camino a tomar en la disyuntiva fue siempre el mismo: sí.

Hoy, cuando mi sistema de emisión y cobros cambia por la participación de un socio, me veo envuelto en hacer reajustes que implican conciliación de deudas y suspensión –o mejor dicho modificación– de contrato. Estas cosas no las imaginé nunca cuando en 1998 hice el primer préstamo para que un amigo pagara la gasolina del carro de su papá y fuera a un motel (RD$250 ~ 4€). La suma en cuestión hoy es obviamente mucho más alta, y el riesgo debería reportar mayor beneficio. Pero esto no funciona así: ahora debo también pensar en un plan de mercadeo para garantizar un beneficio a pesar de los nuevos inconvenientes. No es posible detener la entrada por 6 meses.

La crisis está afectando, pero donde la economía informal abre “opciones” a este tipo de negocio como en RD también se crean opciones para el cambio, para arriesgar, para seguir con la vida, porque es así... El tiempo pasa, la gente debe vivir y las ciudades siguen creciendo altas y largas, y para eso se necesita dinero ($,€, etc).

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