El adulterio del Síndico llega por aire

La Plaza Omar Torrijos es objetivo de intervención urbana por parte del Ayuntamiento del Distrito Nacional. La intención es construir un helipuerto triple. Esta intervención, planteada unilateralmente, se inserta en un marco político-ambiental que poco se acerca a las tendencias renovadoras de la vida social que promueve enérgicamente el Síndico de turno. A diferencia de Las Canquiñas, éste proyecto apunta a un público de alto nivel, una masita dentro del conglomerado socio-económico del Distrito. Sin restarle importancia a la creación de un helipuerto, las dudas surgen dado el interés presentado por el Ayuntamiento para un proyecto que aporta a pocos, especialmente una masita de alto poder adquisitivo.

La importancia de la Plaza Omar Torrijos no se refiere, quizás, al contenido histórico. Se refiere más bien a su ubicación estratégica: es la desembocadura visual de la Avenida Abraham Lincoln, antes de encontrar el Mar Caribe; uno de los lugares hábiles para el esparcimiento (acondicionado ya con estacionamientos, bancos y sendas peatonales). Así como ir al sur por la Ave. Jiménez Moya desde el Farallón hace que se pierda la mirada en la Bandera Nacional enarbolada en la Feria de la Paz, la Avenida Lincoln lleva a esa moña de cocoteros tradicionales en nuestra costa.

Este espacio, actualmente libre de negocios informales, no necesita mucho para ser acondicionado. Como mencionado antes, tiene ya estacionamientos, bancos y sendas peatonales. Con un adecuado alumbrado es posible lograr el mismo ambiente que en frecuentados espacios similares (ver ejemplos frente a la Cervecería; al oeste del Fuerte San Gil; entre otros). Esto implica el mismo —o menos— cuidado permanente que el transformado triángulo que se le opone al cruzar la George Washington.

Es fácil imaginar que no se contempla dentro del apócrifo “Plan Estratégico” del ADN un helipuerto. Aunque tampoco se sabe qué realmente indica dicho plan —que sigue cobrando en el presupuesto municipal—. Entonces cada vez más pienso que entre basura, palmas sembradas, aceras destruidas y otros inventos, las iniciativas realmente benéficas de esta colorida gestión son pocas. En fin, ciertamente el dinero es para gastarlo, pero éste tipo de proyecto debe quedar en manos del sector privado que le requiera, o de instancias gubernamentales más cercanas a dicha actividad. Pensar así —creo— es una forma sencilla de mantener las manos menos sucias y evitar el adulterio al interés ciudadano de la capital.

Comentarios

Anónimo dijo…
No me había enterado de esta iniciativa, pero estoy totalmente de acuerdo, es un proyecto que sólo beneficiará a una reducida clase. Con lo que costará este helipuerto (que realmente no necesitamos)el síndico bien podría iniciar otros proyectos de carácter más participativo y en beneficio de más ciudadanos.

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