Desmontando barreras


Compartir con otros, vivir una ciudad, explorar un país, otras culturas es de las experiencias más enriquecedoras que hay. Las consecuencias cada uno las vive de forma diferente, pero el turismo tiene ciertamente el potencial de desmontar barreras.

En su aspecto más urbano, vivir una ciudad como lo hace otro nos permite poner contrastar nuestra realidad y expectativas en múltiples temas: movilidad, servicios (agua, electricidad, gas, etc.), educación cívica, entre otros. 
Mural en el abandonado Hotel La Jacmelienne, Foto de Marzo 2009
Por ejemplo, cómo no cambiar nuestros estereotipos negativos de Santo Domingo luego de vivir en una ciudad donde las calles de urbanizaciones acomodadas son de arcilla sin compactar. En ese caso estamos muchos pasos adelante. Sin embargo, pasar tiempo en Copenhague o Berlín, donde montar en bici, tram o subway es pan de cada día, nos deja leguas detrás.

Pero más allá, escuchar a otros contar su ciudad, los aspectos que le gustan y los que no, descubrir su nivel de conocimiento, compararlo con nosotros mismos. Ese intercambio puede ser el punto de inflexión para un cambio de actitud, y finalmente de comportamiento.
Con mi colega en un monumento abandonado camino a Petit Goave, Haiti. Foto de Febrero 2013
Una de mis más interesantes experiencias fue en Haití, país con quien contrastamos bastante. Pero quiero contar la anécdota de un joven haitiano que fue a Santo Domingo antes que yo fuese a trabajar allí. Un amigo que le conocía me dijo que iba de visita, así que me ofrecí a conocerlo. Le encontré en la Zona Colonial, caminamos un buen rato, hablamos y nos bebimos unas cervezas en una terraza. Me contó que era la primera vez que un dominicano le trataba así, de forma amigable. Semanas después fui a Haití y el joven resultó ser un compañero de trabajo. A pesar de habernos conocido solo esas horas, hizo un gran esfuerzo por facilitarme la integración al equipo y darme tips de turismo. Pero, un detalle más: una vez íbamos de camino a su parada de autobús, donde le iba a dejar; entre en dirección contraria por error en una calle; habían dos policías que nos pararon; pidieron los papeles y vieron que era dominicano; después de unos minutos el joven salió del vehículo y fue donde ellos; luego volvió con mis documentos y nos fuimos. Cuando le pregunté qué sucedió, me respondió “le dije que eres dominicano de los buenos”.

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