Es la juventud un problema en las ciudades del sur del mundo?


Los países del sur del mundo, aquellos que tienen la dicha no tan honrosa de ser denominados de forma genérica como países en desarrollo (PVD), son también los países que tienen una mayor cantidad de jóvenes. Son también los países del sur donde los niveles de urbanización y crecimiento demográfico son más altos y continúan en aumento.



Con una deducción sencilla se concluye que en las ciudades o en pueblos de rápido crecimiento es donde se aloja la juventud, sea por la verdadera o falsa realidad de más oportunidades. Es el “sueño americano” a menor escala.

La teoría del “contingente masivo juvenil” –en inglés ‘youth bulge’– expone que, en estos países en desarrollo, altos números de jóvenes –especialmente de sexo masculino– crean un ambiente que tiende a la volatilidad y la violencia. La teoría asocia el “exceso” de jóvenes con el nivel de desempleo, el acceso a la educación primaria y superior y crea el prejuicio de la violencia en dichos países.

Esta visión antojadiza creada por los gringos es una distorsión de la realidad en la que se asume que los jóvenes están insatisfechos y enojados, y agrega que estas condiciones guardan una relación con las personas de color. Hace que las naciones y ciudades del sur tengan un problema casi patológico.

Pero en realidad las naciones del sur, especialmente de África, Medio Oriente y las zonas cálidas de Asia y Latinoamérica no son especialmente volátiles por los jóvenes. El problema es el uso de los recursos y el empoderamiento de los jóvenes en el uso directo y/o en el efecto que debe generarse.

Muchos países han tomado iniciativas interesantes y la creación de políticas y Ministerios para la Juventud ha sido una práctica común. No obstante, el verdadero beneficio de estos es tan difuso que hace lucir su trabajo como una aguja en un pajar.

En mi actual experiencia en Rwanda he visto como cientos de jóvenes pasean por las calles cada día de la mañana hasta el anochecer en búsqueda de algo que hacer o simplemente haciendo nada. Al preguntar ya a una decena de ellos que estudian la respuesta sobre su futuro obtengo la respuesta de que no saben qué les depara. Al pensar en República Dominicana veo los jóvenes en una condición similar: es que al terminar los estudios no se sabe qué esperar.

Pero, ¿es sólo así para los jóvenes del sur del mundo o es para todas las personas? ¿ha sido algo de estas generaciones o es un ciclo que se repite?


A pesar de que el ánimo del joven es volátil, las condiciones del mundo han cambiado y han dejado sus huellas en las nuevas generaciones. Es imposible obviar los efectos de la cultura consumista y hedonista, es imposible obviar las comodidades del nuevo milenio, es difícil subrayar la política como un interés primordial de la juventud.

Volviendo a lo dicho arriba, el problema de la violencia no es la cantidad de jóvenes, es sobre el uso de recursos y la generación de oportunidades con estos –porque el joven siempre tiende a buscarlas.

Lamentablemente habrá que esperar cómo cambian generacionalmente los gobiernos y las decisiones que en los próximos 15 años se toman al respecto.

A pesar de que la espera debe darse, la potencial reacción de los jóvenes no puede minimizarse pero tampoco exagerarse para categorizar un país o una ciudad como violenta. Es algo más complejo que leer un simple número; las condiciones son varias para vivir estados de fogosidad, pero estas condiciones también se hacen presentes en el norte en los que la tasa de crecimiento poblacional sigue positiva en muchas ciudades debido a la inmigración –y de vuelta al sueño americano/europeo.


Fearing Africa's Young Men: The case of Rwanda
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