Reunificación comiendo lasagna
Al parecer en los países francófonos de África muchos conocen trazos de la historia de Haití, especialmente de Papa Doc. Hoy a la hora de almuerzo la conversación se volcó hacia ese país vecino, y de nuevo la cuestión era cómo un país tan pobre puede estar al lado de un país con tan “buena imagen”. En la mesa estaban dos Rwandeses (miembros de instituciones gubernamentales), un europeo y un asiático (ambos parte de Naciones Unidas) y yo.
Luego de refrescarles la historia sobre la colonización, la independencia de ambos países y por qué somos diferentes la presión vino sobre qué hace RD para ayudarlos. Al minuto ya hablaban de reunificación de la isla.
“Nunca, yo lucharía contra ellos si ocurriese un intento de ese tipo”. Esa fue mi respuesta inmediata.
El discurso de un rwandés fue hacia los beneficios que puede reportar un cambio de visión política, y sobre el caso propio de Rwanda en su proceso de integración a la “East Africa Community”, a pesar de las diferencias de idioma y de religión. El discurso del otro rwandés fue hacia los desastres que dejaron los franceses en todas sus colonias –incluyendo Rwanda, DR Congo, etc.
En mi mente recordaba todos los himnos que tenemos: el Nacional, el de Duarte, Sánchez y Mella… hasta el himno de las madres… pero a la vez pensaba en cuáles podrían ser realmente los beneficios–tal como ellos los explicaban: apertura de un mercado y fortalecimiento la estructura dentro de la región, engrandecimiento de la cultura, apertura a un nivel diferente de ayuda internacional para ambos países, estabilización de la isla no como dos elementos independientes, entre otros. Cada uno de estos puntos incluye grandes sub-aspectos importantes.
Finalmente, después de una hora de discusión prometí que investigaría más sobre qué beneficios reales podría reportar una reunificación de la isla, aunque tardarían 10 o 15 años [como mínimo] para auto-convencerme de lo que sea que descubra.
La lasagna del Papyrus estaba buena, pero no fue como otros días cuando la sirven en una pailita de horno, con mucho más sabor y más caliente.
Luego de refrescarles la historia sobre la colonización, la independencia de ambos países y por qué somos diferentes la presión vino sobre qué hace RD para ayudarlos. Al minuto ya hablaban de reunificación de la isla.
“Nunca, yo lucharía contra ellos si ocurriese un intento de ese tipo”. Esa fue mi respuesta inmediata.
El discurso de un rwandés fue hacia los beneficios que puede reportar un cambio de visión política, y sobre el caso propio de Rwanda en su proceso de integración a la “East Africa Community”, a pesar de las diferencias de idioma y de religión. El discurso del otro rwandés fue hacia los desastres que dejaron los franceses en todas sus colonias –incluyendo Rwanda, DR Congo, etc.
En mi mente recordaba todos los himnos que tenemos: el Nacional, el de Duarte, Sánchez y Mella… hasta el himno de las madres… pero a la vez pensaba en cuáles podrían ser realmente los beneficios–tal como ellos los explicaban: apertura de un mercado y fortalecimiento la estructura dentro de la región, engrandecimiento de la cultura, apertura a un nivel diferente de ayuda internacional para ambos países, estabilización de la isla no como dos elementos independientes, entre otros. Cada uno de estos puntos incluye grandes sub-aspectos importantes.
Finalmente, después de una hora de discusión prometí que investigaría más sobre qué beneficios reales podría reportar una reunificación de la isla, aunque tardarían 10 o 15 años [como mínimo] para auto-convencerme de lo que sea que descubra.
La lasagna del Papyrus estaba buena, pero no fue como otros días cuando la sirven en una pailita de horno, con mucho más sabor y más caliente.
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Paulo
Portugal