Escuelas remotas - zapatos.

En una primaria del centro de la isla está Luis Alejandro... a pesar de llevar unos zapatos encogidos con el tiempo, el negro brillante no se ha perdido porque cada tarde el niño los lustra como preludio al próximo día.  Es un paso preventivo que no debe fallar.  La presión es grande.  Sus papás ya han creado la confianza y no lo acechan como antes ni con las tareas ni con la brillantez de sus zapatos.


Los padres de Jean Pierre no entienden bien para qué sirve la escuela; la escuela dista mucho del mundo de las vacas que tanto aprecian en las mil colinas.  Comer todos los días es una adivinanza.  Los zapatos para la escuela son fantasmas que aparecen tan espontáneamente como desaparecen.  A veces el lodo aguado que se seca sobre las piernas asemeja una bota estrafalaria.  Algo es algo.  No hay presión.


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Santo Domingo-Rwanda

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